miércoles, 25 de junio de 2014

Como pez en el agua

Todos somos distintos, nuestras maneras de aprender son distintas. Mientras haya un interés personal y placer en el hacer las cosas, el aprendizaje ocurre, a veces temprano como cuando San comenzó a nadar en unas vacaciones mientras jugaba con un amigo. Y a veces toma más tiempo, Azul para nadar requirió entablar primero una relación de confianza con su instructor, estimarlo, jugar en la piscina muchos meses con él, y luego, el día menos pensado, se suelta a nadar y lo hace perfecto.


Esta experiencia de verlos adquirir una nueva habilidad me dejó muchos aprendizajes: reafirmar que cada uno tiene un ritmo distinto, que la forma de aproximarse a lo nuevo también es particular, que el vínculo que entablan con la persona que pretende transmitirles un conocimiento es de vital importancia para que la magia ocurra; pero sobretodo confirmo que lo verdaderamente escencial es que el que aprende haya decidido libremente hacerlo, que la motivación sea interna y el placer muy propio. Como dice John Holt no existe tal cosa como enseñar, el que aprende decide hacerlo y toma lo necesario para estructurar su aprendizaje. 

Sospecho que nada que valga la pena puede ser forzado a aprenderse, y, qué sentido tendría? Por qué razón, como amorosos y dedicados padres, nos interesaría forzar a nuestras crías a hacer algo en contra de su voluntad? 
Dicho así nadie lo intentaríamos. La cuestión es, aprender a ver en las señales que nos dan -y no sólo en lo que nos pueden manifestar con palabras- esa voluntad, si hay disposición o si no. Y distinguir cuando nuestro propio deseo se atraviesa en esta comunicación. 

Aceptar en todo momento que son personas individuales con elecciones que pueden ser a veces muy distintas de lo que a mi me gustaría y aún encima manifestarles mi amor incondicional es creo el reto más importante que como madre unschooler me toca hacer una y otra vez. No es fácil, y honestamente no siempre lo supero, pero lo bueno de la vida es que siempre vienen segundas oportunidades si uno está con los ojos bien abiertos. 





miércoles, 18 de junio de 2014

En lugar de educarlos

Hace tres años que dejé de llevar a mis hijos a la escuela. Un día mientras ellos iban al jardín de niños comencé a cuestionarme sobre el hecho de que los niños, no los míos sino todos los niños, no necesitan ir a la escuela, encontré en el camino mucha gente que se cuestionaba lo mismo y se respondía de diversas maneras, lo que es un hecho es que la escuela, como invento, ha caducado; el mundo actual ha rebasado el concepto.

Ha sido todo un proceso, pasamos por una época de "desintoxicación", luego probamos ciertas formas de "trabajar" el aprendizaje... Luego, poco a poco, me fui dejando llevar por ellos, por sus maneras de aproximarse al conocimiento y de crecer sus talentos. Fuí confiando, fui observando y logré entender que el aprendizaje es innato, esta presente en todo lo que hacemos y es indivisible, ocurre mientras vivimos la vida y si acaso sólo es necesario asegurar un entorno apropiado y lleno de amor incondicional, no se necesita mucho más. Mis hijos han sido pacientes conmigo  porque ellos lo entendían desde siempre, pero al fin he llegado a comprender el concepto de Educación como lo explica John Holt:

"Algo que algunas personas les hacen a otros por su propio bien, moldeándolos y formándolos, y tratando de hacerlos aprender lo que ellos creen que deben saber."

Yo he decidido No educar a mis hijos, en lugar de educarlos prefiero sorprenderme con su capacidad de aprender y de aprehender el mundo, fascinarme con sus crecientes talentos, y disfrutar de la fortuna de vivir la vida en compañía de las maravillosas personas que Ya son.

Si tuviera que definirnos según alguna corriente diría que nuestra filosofía de vida es de Radical Unschoolers, o Natural Born Learners, o Life Learning. Así tal vez no se asustaría tanto la gente cuando digo que yo "no educo" a mis hijos...  Sirva este blog para guardar evidencia de ello, para anotar mis reflexiones al respecto y saborear las intensas vivencias que da el crecer en libertad.